CONFÓRMATE, ME DIJERON
“Confórmate, porque las niñas y las mujeres esto es lo que tienen que hacer”.
¡Cuántas veces he tenido que escuchar que me tenía que conformar! Sin embargo, pocas veces les hice caso.
TECHOS DE CRISTAL
El conformismo es una situación en la que alguien te pone un techo encima de la cabeza. Ese techo, en realidad, es el fruto de no haber alcanzado sus propios sueños y no los tuyos.
Y, ahora, esa persona pretende compartir su frustración dificultando que el resto logre los suyos.
Pero no tienes que conformarte. Si tu valor puede llegar a más personas, no les prives de ello porque alguien en su día no alcanzó las metas que se propuso.
PASIVO-AGRESIVO
El riesgo es que algunas personas te tachen de perfeccionista e inconformista porque se sientan atacados (o hasta amenazados) por tu crecimiento.
Seguro que te has encontrado con personas así a lo largo de tu vida. Suelen ser personas pasivo-agresivas que muestran pasotismo hasta que se sienten atacados y se vuelven agresivos.
Fíjate que digo que se sienten atacados, no que sean atacados. La diferencia es crucial. Tú no tienes el control ni la responsabilidad sobre ese sentimiento; no lo puedes evitar. Lo que tú quieres, en realidad, es aportar valor y no atacar a nadie.
CONFOR-VIRUS
El conformismo es muy contagioso. Tanto, que si te rodeas sólo de personas así, tarde o temprano terminarás conformándote tú también. Y sin que te des cuenta de cómo ha sucedido.
Los conformistas sólo esperan que les cuiden de forma pasiva sin preocuparse lo más mínimo en cuidar de ellos mismos. Y mucho menos en cuidar de otros.
Cuando una persona tiene por pareja a un ser conformista llegará un punto en que se canse de mostrar iniciativa y de proponer actividades. Y termine por explotar.
Ese momento puede marcar el fin de esa relación porque la onda expansiva de su explosión es capaz de arrasar con todo lo que tenga delante. Bien sea hacia fuera o hacia dentro.
No te conformes dentro de una relación de pareja por la imposición de unas expectativas que tú no marcaste. No tienes la obligación de quedarte debajo del techo de cristal contorsionándote para no llegar a romperlo.
Siempre puedes seguir creciendo en busca de tus propias expectativas y sueños. No dejes que un simple techo de cristal apague la ilusión de tu vida.
Cree un poco más en ti y no te conformes nunca.
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